lunes, 17 de agosto de 2015

PONIENDO LÍMITES, CUIDANDO LOS VÍNCULOS AFECTIVOS

Diversas investigaciones nos revelan que las experiencias afectivas positivas durante los primeros años de vida, preparan al niño a enfrentar situaciones difíciles y crear lazos afectivos duraderos y estables. Por otro lado, el niño que no tiene una adecuada vinculación afectiva, crece con inseguridad y desconfianza respecto a los otros.  Estos hallazgos ponen a la luz la importancia que tienen los vínculos afectivos que establezcamos con los niños y que una relación satisfactoria con sus padres o cuidadores, contribuye a que éste se sienta valioso y desarrolle una autoestima y una autoconfianza adecuada.
La psicoterapeuta británica Sue Gerhardt, en su libro “El amor maternal” nos explica que la mejor manera de abordar las enfermedades mentales, incluso la delincuencia y la violencia en nuestra sociedad, es ocuparnos de los bebes, puesto que durante los primeros años se desarrollan muchos sistemas importantes en el cerebro, especialmente los que utilizamos para gestionar nuestra vida emocional. Concluye que la primera infancia es la base de la salud mental.
La paternidad es una actividad compleja que incluye, además del amor, conductas específicas de los padres que tienen repercusión en el funcionamiento psicológico y social de los hijos, estas conductas tienen que ver con la puesta de límites como parte del cuidado integral de los niños. 
Sin embargo, impartir límites constituye uno de los problemas más comunes que se observan en las familias de esta época. Y es que parece que muchos padres tienen conceptos polarizados en cuento a la crianza y la disciplina. Por un lado, están los padres que piensan que tener un estílo controlador y autoritario es la mejor manera para que los niños desarrollen responsabilidad y les vaya bien en la vida y por el otro extremo tenemos a padres que por miedo a las consecuencias negativas del autoritarismo terminan siendo permisivos.
Los límites, al igual que el cariño son una muestra de amor a nuestros hijos, puesto que les da seguridad y al mismo tiempo los protegen. Esto significa que como padres, debemos desarrollar habilidades necesarias para establecer las reglas con amabilidad, firmeza, consistencia y claridad para poder guiar a nuestros niños y que se sientan verdaderamente protegidos.
La Dra. Jane Nelsen, autora del libro Disciplina Positiva, nos explica que la disciplina ejercida de manera democrática o positiva, ayuda a los adultos a encontrar un camino respetuoso e intermedio que no es autoritario ni permisivo. Este tipo de disciplina se sustenta en la base de un trato empático, respetuoso, amable pero firme al mismo tiempo, que a largo plazo ayuda a desarrollar en los niños valiosas habilidades sociales y de vida.
Si no estamos acostumbrandos a poner límites, es posible que al principio sea dificil y vayamos de un lado al otro, entre el autoritarismo y la permisividad. Sin embargo, hay algunas preguntas que nos ayudarán a saber si estamos en la línea correcta: Esto que estoy haciendo ¿Es respetuoso con mi hijo? ¿Lo ayudará a desarrollar habilidades de vida? ¿Es respetuoso conmigo? ¿Es respetuoso con los demás y la situación?  ¿Es un castigo o una solución?
Algunas pautas a la hora de establecer límites con respeto:

  • Recuerda que ser firmes no implica dejar de ser cariñosos. El tono de voz indicará cariño, mientras la expresión indicará firmeza.
  • Practica el autocontrol. La primera persona a la que tenemos que controlar es a nosotros mismos.
  • En vez de dar órdenes, haz preguntas que inviten a la reflexión, Jane Nelsen llama a esto “preguntas curiosas”  (¿qué piensas respecto a…,? ¿qué sientes…?, ¿que has decidido…?).
  • Habla menos y actúa más. Acércate a tu hijo y muéstrale lo que tiene que hacer.
  • Crea rutinas junto con tu hijo y luego recuérdale qué es lo que habían acordado.
  • Dale opciones limitadas, esto les dará la sensación de que no tienen que obedecer todo a rajatabla y que tienen la opción de elegir.
  • Involucra a tu hijo en la solución de problemas. Esto lo motivará a asumir sus responsabilidades y se sentirán parte importante de la familia.
  • Surgiere alternativas aceptables por ejemplo “no te puedo dar el helado antes del almuerzo, pero te lo puedo dar después. De esta forma somos comprensibles con sus deseos y menos arbitrarios.
  • Usa el humor. A veces es la mejor solución en momentos de crisis y sirve además para detener la lucha de poder.
  • Ponte de acuerdo con tu pareja. Ambos padres tienen que manejar el mismo estilo de crianza para no crear confusión en los hijos que inviten a buscar “al más bueno”.
  • Expresa lo que sientes y hazte responsable de tus emociones.
  • Por cada “malaconducta” que veas en tu hijo dale 5 apreciaciones de buenas conductas que observas en él. Véras cómo las malas conductas empiezan a desaparecer y las buenas a incrementar.
  • Evita sobreprotegerlo, ya que es una forma de decirle “eres un incompetente” La lástima promueve la debilidad, mientras que la comprensión promueve fortaleza.
  • No te olvides de siempre dar tu mensaje de amor y que éste llegue a tu hijo. Que tu niño sepa que tu amor hacia él es inconcidional.
  • Antes de “corregir” una mala conducta, busca conectarte emocionalmente con tu hijo. Eso ayudará a mantener los vínculos afectivos en la familia y que podamos ejercer una gran influencia sobre ellos.
Tenemos que tener claro que, si bien los límites son necesarios para el desarrollo de un carácter firme y socialmente adaptado, una buena disciplina no es sinónimos de gritos, castigos o golpes; éstos sólo producen dos tipos de resultados: o un niño rebelde, agresivo e irrespetuoso de las normas de la sociedad, o un niño/ña atemorizado, tímido, socialmente incompetente, carente de iniciativa, fácilmente manipulable e incapaz de hacer respetar su propia individualidad.
Una buena disciplina requiere de aceptación del niño/niña, amor, paciencia dedicación, atención, consistencia, firmeza, autocontrol y flexibilidad de parte de los padres. Ellos deben ponerse de acuerdo respecto a las expectativas, límites y derechos del niño, y hacer que éstos sean expresados en términos adecuados a su capacidad de comprensión. El reconocimiento atento de las buenas cualidades y conductas aceptables, producen un mejor efecto que la crítica o el castigo ante las conductas inaceptables.

Gina Graham


lunes, 15 de junio de 2015

EL LENGUAJE DEL AMOR: ALENTANDO A NUESTROS HIJOS

Me encontré con esta gran palabra en inglésEncouragement, que es una de las bases de la Disciplina Positiva, busque y pregunté su significado para tratar de traducirla a una palabra en español que significara lo mismo, pero no lo logré, pues para la Disciplina Positiva y Teoría Adleriana, está palabra más que una palabra, es un concepto que engloba  muchos significados:  estimular, alentar, dar coraje, valorar, dar valor, demostrar amor, dar ánimo…
Creo que uno de los regalos más grandes que les podemos dar a nuestros hijos es incentivarlos a que tengan iniciativa a mejorar cada día y se sientan capaces de usar su poder de manera constructiva. Pero, ¿cómo lo logramos?. Esto lo logramos a través de las frases y acciones diarias que demuestren amor y fe en sus acciones, cuando reconocemos su esfuerzo y nos enfocamos en las mejoras que demuestran en sus pequeños pasos e iniciativas.
Sin embargo, en este punto es importante reconocer la diferencia entre Animar/Alentar y  Alabar, pues son dos cosas distintas, sin embargo, fáciles de confundir.
En las alabanzas hay muchísimo elogios desmedidos y fuera de la realidad, alabamos a los niños de manera desproporcionada, lo comparamos con el resto o les decimos cosas que el realidad demuestran una fuerte aprobación externa. Entonces su comportamiento, en vez de estar dirigido a mejorar, está dirigido a complacer a los demás (motivación extrínseca, de afuera hacia adentro).  Ponemos citar algunos ejemplos de alabanzas “lo hiciste como te dije” “así me gusta que seas” “Pudiste ganar la carrera, tú eres mucho mejor que el resto” “20!! Lo máximo!!” “Que lindo tu dibujo”  “Eres perfecto”, “16? Tu puedes más que eso!”, etc.
En cambio, las frases y acciones que Animan yalientan  están orientadas a generar una motivación intrínseca (de adentro hacia fuera), reflejan un verdadero respeto, amor y fe en nuestros hijos. Reflejan que estamos pendientes de ellos, que reconocemos su esfuerzo, su individualidad; significa que apreciamos su aporte, a través del agradecimiento constante y la designación de responsabilidades con verdaderos trabajos en el hogar y no solo algunas “mini responsabilidades” para salir del paso (como que tienda su cama o saca la basura) sino con responsabilidades que reflejen que los consideramos capaces y miembros contributivos dentro del hogar. Algunas frases de Aliento podrían ser: “Aprecio tu ayuda” “Te has dado cuenta todo lo que puedes lograr por tí mismo” “Qué piensas de tu dibujo”  “Gracias por acomodar tus cosas” “Cómo te sientes…”Tengo fe en tí” , etc.
Por lo tanto, para Animar/Alentar, es posible que tengamos que cambiar algunas creencias,  formas de comunicarnos y comportarnos con nuestros hijos, y en lugar de enfocarnos en las fallas para que mejoren o alabar un acción cotidiana como extraordinaria, mejor nos enfocamos en todos sus puntos fuertes y habilidades y qué pueden hacer para mejorar y qué podemos hacer nosotros para ayudarlos a alcanzar esa meta; en este punto, los errores nos sirven como maravillosas oportunidad para aprender.
Por último, recordar que todo el tiempo estamos alentando o desalentando. Nuestra labor como padres es crear  en nuestro hogar una atmósfera segura, cálida, de respeto y de cooperación,  donde nuestros niños sientan que son parte de, que son importantes y capaces de desenvolverse de manera sana y así  puedan desarrollar al máximo todas sus potencialidades.
Ps. Gina GrahamCertified Positive Discipline Parenting & Classroom Educator
“La respuesta es simple: si realmente lo quieres, lo vas a lograr”
Referencias:
Don Dinkmeyer, Jr. Ph.D. & Dinkmeyer, James S.  The Basic of Parenting
Dreikurs, Rudolf, Children: The Challenge
Nelsen, Jane,  Positive Discipline