lunes, 31 de agosto de 2009

Conociendo el desarrollo del niño de 0 a 3 años para prevenir y detectar problemas

El desarrollo del ser humano es un proceso maravilloso, complejo y continuo, marcado por etapas de cambios bruscos que se evidencian en progresos o regresiones en su comportamiento. Su vida se inicia mucho antes del momento de la concepción. Inclusive se inicia mucho antes de que exista el deseo de la madre de concebir un hijo, mucho antes de conversar con la pareja sobre el tema, antes de comunicar a la familia sobre el embarazo, sin embargo con su alegría, tranquilidad y deseos de tener un niño sano contribuirá positivamente a su desarrollo.

Al principio el bebé permanecerá la mayor parte del tiempo es una especie de zona intermedia entre el sueño y la vigilia, está casi dormido. La madre actuará entonces como un escudo protector entre el niño y el medio ambiente, seleccionando todo aquello que es beneficioso para él, hasta que este nuevo ser adquiera la confianza básica para enfrentarse a este nuevo mundo lleno de sorpresas que el deberá ir descubriendo a su debido tiempo, para esto, la madre deberá proporcionarle la seguridad necesaria lograr ser independiente dentro de unos límites claros y flexibles que se vayan ajustando según la situación.
Esto significa que durante la primera infancia se privilegia la presencia de una figura significativa al lado del niño que le proporcione seguridad, como la cual podrá formar un vínculo afectivo (en el mejor de los casos, la madre) Esta “figura significativa” permitirá al niño sentirse seguro para que progresivamente a lo largo de su existencia pueda ser más autónomo, seguro de sí mismo para poder explorar con confianza el mundo que le rodea.
Durante esta etapa el contacto físico cobra especial importancia para la seguridad del niño. El solo hecho de coger al bebé al hombro, mecerlo, cantarle, darle pecho, mirarlo detenidamente, besarlo y otras conductas nutrientes asociadas al cuidado, son experiencias ricas que fomentan la vinculación afectiva. Esto quiere decir que las primeras experiencias de relación que tienen los niños son las que proporcionaran los patrones de comportamiento que ellos asumirán como las habituales en su vida. Es decir, que, con lo que hacemos con ellos hoy, lo reproducirán ahora y en el futuro en sus relaciones con los demás.

Las primeras experiencias afectivas positivas de los primeros años, preparan al niño a enfrentar situaciones difíciles y crear lazos afectivos duraderos y estables. Por otro lado, el niño que no tiene una adecuada vinculación afectiva, crece con inseguridad y desconfianza respecto a los otros. En el niño inseguro la tendencia a la exploración se inhibe o debilita hasta llegar incluso a la incomunicación. En este sentido la madre es el “organizador psicológico” necesario para la salud mental del niño. Por ello los cuidados de la madre son importantes para que el niño desarrolle sentimientos de confianza en sí mismo y en los demás. Una relación satisfactoria con la madre o la persona que la sustituye contribuye a que el niño se sienta valioso y desarrolle una autoestima y autoconfianza adecuada.

Aproximadamente del cuarto al décimo mes, el entorno inmediato cobra importancia y dentro de este entorno la familia. En este sentido, la familia debe ser un lugar donde el niño encuentre afecto, estabilidad, tranquilidad y seguridad que le permitan formarse, desarrollar sus potencialidades y una adecuada salud física y psíquica.

El niño ya es capaz de reconocer a la madre y a otras personas que lo atienden, lo hace con sonrisas y múltiples manifestaciones inarticuladas pero correspondientes a otros tantos patrones bien precisos, establecidos a través de la alimentación, el baño, el vestido y las expresiones de cariño. Poco a poco va adquiriendo mayor dominio de su cuerpo, experimentando mucho placer al ejercitar sus miembros. A la vez, está continuamente aprendiendo el contenido social elemental de los sucesos domésticos: por ejemplo puede predecir cuando le preparan el biberón y paralelamente se va dando cuenta que es un ser independiente a su madre lo que contribuirá a su independencia, mostrando interés por su casa y disfrutando en sus cortas expediciones por este nuevo mundo exterior.
Esta etapa, esta marcada también por la articulación de algunas palabras simples tales como “papá” y mamá” además del inicio de la alimentación complementaria, es decir por el destete, el cual deberá ser progresivo y lo menos traumático posible para que no genere frustraciones significativas en el niño, ya que el alimento para el niño está relacionado con la provisión de cariño de la madre ya que a través de éste se establecieron sus primeros contactos afectivos con ella. En muchos casos el niño puede experimentar una ansiedad moderada frente a la separación, lo cual no debe preocuparnos ya que progresivamente desaparecerá.

Durante todo el primer año debemos Intensificar al máximo los besos, caricias, miradas y contactos de piel a piel. Hacia los 12 a 18 meses, el niño mostrará una significativa tendencia a repetir las acciones que le han sido festejadas, el mismo se complace tanto con esto como a las personas que le rodean. A través de estas situaciones, comienza a sentir su propia identidad, que habrá de convertirse más tarde, en el núcleo de un creciente sentido de la personalidad.

El niño ya empezó a caminar y junto con esto se está volviendo cada vez más independiente, ahora el niño quiere hacer algunas cosas por sí mismo, es entonces cuando se inicia la puesta de límites y empieza a reaccionar ante un No. Esta etapa también está marcada por una actitud más sociable y el inicio del uso de las palabras para comunicase, recurriendo a las vocalizaciones u otros medios para atraer la atención sobre sí.

Ya en la segunda fase de la infancia, (la cual se inicia a los 18 meses hasta los 3 años), el niño empieza a reclamar lo “mío” y distinguir entre “tú” y “yo”. Tornándose mucho más oposicionista, puesto que no le agradan los cambios repentinos, ni los límites y trata de evitarlos echándose al suelo, retrocediendo, corriendo para esconderse, gritando, luchando y lanzando golpes al aire. Este oposicionismo revela la inmadurez social de este nivel cronológico. Su psicología exige reglas graduales y moderadas, las palabras no significan demasiado para él, es por ello importante ser congruente con lo que se le dice y hace. Por esta época empieza a adquirir control voluntario de sus esfínteres, empieza a “avisar” que tiene ganas de ir al baño con palabras ya que su vocabulario se ha incrementado, ahora tiene un repertorio de más de 20 palabras.

A nivel de juego, prevalece el juego imitativo y solitario, el cual se torna cada vez más elaborado y frecuente y, conforme va avanzando en edad empieza a jugar con otros niños, pero sus contactos con otros niños son casi exclusivamente físicos, pues lo que prevalece es el juego solitario o de tipo paralelo. Al finalizar está etapa, el niño ya es capaz de usar las palabras para expresar sus sentimientos, sus deseos y sus problemas. Habla mucho consigo mismo, a veces de manera practica y experimental del lenguaje, pero también como si dirigiera a otro o a una personal imaginada.

Ocasionalmente puede tener estallidos emocionales, pero estos suelen ser breves, iniciándose las pataletas que deben ser controladas a través de la puesta de límites ya que el niño es capaz de aceptarlos a esta edad.

Durane los 3 años será una etapa donde pueden surgir muchos temores infundados, como miedo a la oscuridad, a los fantasmas, es entonces que debemos ser cautelosos pues hay miedos que pueden instalarse de forma patológica. Lo más adecuado es acompañar al niño y demostrarle que sus miedos son infundados e investigar por qué razón siente ese miedo. Para contribuir al adecuado desarrollo emocional del niño, la clave está en que la familia le proporcione seguridad. El hecho de poder contar siempre con sus padres y que éstos calmen sus miedos y angustias, le proporciona un piso emocional firme y un techo afectivo que lo contienen; permiten la realización de sus potencialidades y el llegar a tener una buena salud psicológica.

Aún cuando los padres están separados es posible crear un ambiente saludable para el niño, explicándole según la edad, con claridad y coherencia lo que ha pasado. Del mismo modo, estableciendo los límites dentro de los sistemas padres y pareja, sistemas totalmente diferentes y que abarcan responsabilidades distintas. En este caso los padres deben anteponer sus responsabilidades de padres antes que los propios y evitar involucrar al niño en el proceso de separación y divorcio. Si la separación se da con armonía y respeto y se establecen bien las pautas de crianza, el niño crecerá con pocos o ningún problema, asumiendo que sus padres pueden vivir en lugares separados y tienen el derecho de reconstruir su vida personal, sin embargo él siempre contará con el amor incondicional de ambos, ya que la conducta de los padres garantizará esa seguridad emocional.

Cualquiera sea el tipo de familia, es necesario marcar pautas de convivencia en el hogar, siempre basados en el respeto hacia el niño. Si existe una adecuada comunicación y mutuo respeto entre padres e hijos, se podrán llegar a acuerdos mediante los cuales el niño podrá crecer de manera sana y con un alto sentido de responsabilidad hacia sí mismo y hacia los demás.

miércoles, 26 de agosto de 2009

La Importancia del Juego en los Niños

Cuando vemos jugar a un niño con un trozo de madera. Lo envuelve en unos trapos, habla con él, a través de su boca expresa lo que el madero quiere, siente y piensa. Dialoga con él, le da de comer y de beber, lo acuesta en una caja de cartón que hace de “cuna”, decimos, sonriendo “el niño toma la madera por un muñeco; su fantasía transforma el trozo de madera en un muñeco con el cual jugar, y esto es propio del pensamiento de los niños”
Pero nos equivocamos. La madera no ocupa “el lugar” del muñeco, no es muñeco: es el niño del niño, y lo que el niño hace con el trozo de madera es mucho más de lo que nosotros, los adultos, entendemos por un juego. El niño al jugar con la madera lo considera un niño vivo al cual cuida. Sólo cuando comprendamos ésto podremos comprender al niño “que juega”, entenderlo, penetrar en su interior cuando derrame por su trozo de madera las más amargas lágrimas o cuando reciba de él los mayores gozos y más profundas penas. Si le quitamos al niño “su niño” y lo botamos a la basura nos quedaremos pasmados ante las reacciones del niño. ¡Hemos cometido un auténtico crimen, y nuestro niño se sentirá aterrorizado al ver de lo somos capaces y lo que puede esperar de nosotros!
A través de este pequeño ejemplo podemos darnos cuenta de la importancia del juego en la primera infancia. El juego en el niño es “no es cosa de juego” es el medio natural de autoexpresión, medio por el cual el niño se desarrolla durante la infancia. Lo usa para recrear lo vivido, exteriorizar sus emociones, sentimientos, frustraciones, fantasías entre otras cosas.
Durante la primera infancia, a través del juego se van a establecer relaciones de sumisión, de dominación, de aceptación, rechazo;mezclándose diversos sentimientos: deseos, dependencia, trasgresión, omnipotencia, impotencia, chantaje, entre otros.
Lo que se privilegia durante el juego no es lo racional, sino lo emocional lo afectivo, ligado a procesos de placer y el displacer. Esto favorece la manifestación de sentimientos: deseo, amor, odio, celos, etc., sentimientos que suelen estar ligados a recuerdos conscientes e inconscientes de la infancia, que han contribuido a estructurar nuestra personalidad.
Cuando nuestro hijo juega, debemos mirarlo y tratar de ponernos en su lugar, tratar de sentir; si en un momento dado me invita a su juego y siento que puedo participar de él sin imponer reglas, entonces puedo entrar. Al adulto le cuesta entrar de lleno al mundo de la fantasía, y participar del juego nos asusta y entonces ponemos límites.
Un buen ambiente tolera los impulsos agresivos. El niño juega y la agresión puede ser placentera, pero es inevitable para el niño enfrentar el daño real o imaginario contra alguien. Elegir el juego para hacerlo es una forma de controlar su agresión y si lo hace, está expresando entre otras cosas la confianza que tiene en nosotros y en el ambiente que le proporcionamos.
El juego es algo sumamente productivo y sano, pues evita que el niño pase largas horas viendo televisión, jugando en la computadora o con los juegos de video, lo que no tienen muchas ventajas, en todo caso, comparadas con el juego libre que contribuye a enriquecer su creatividad y pensamiento.
Un juego saludable es aquel donde el niño pueda jugar libremente, donde no tenga límites para el movimiento, para la fantasía, para dar rienda suelta a su imaginación, para sentir y canalizar sus emociones y luego regresar a la realidad. En la diversidad de la experiencia está el desarrollo de las múltiples posibilidades creativas. Brindarles materiales y espacios que le permitan explorar y aprender, pero confiando en el juego natural. Pero a veces los adultos tendemos a buscar juguetes “educativos” y damos pocas oportunidades para seguir con la curiosidad y dejar que descubra por sí mismo, que improvise, dejando de lado la propia capacidad de aprendizaje permanente que se da en el juego libre.
Tenemos que arriesgarnos!!!! Si el garaje puede ser un día la galería de arte, o la tina la piscina de muñecos, o la tierra la masa de torta, ensuciemos y luego ordenemos. Todo esto tiene un sentido para la vida del niño. Entonces, la actitud del adulto debe basarse en el respeto incondicional hacia el juego del niño. Nuestra compañía no puede ser inhibidora ni prohibitiva. La fantasía es ilimitada, extensa, eso es un privilegio y si el niño quiere ser un elefante, una canoa, o un rey, nosotros aceptaremos su propuesta. Recordemos que eso viene de su mundo interno, es parte de sus tesoros emocionales y por lo tanto sus ocurrencias siempre serán válidas.


"Es en el juego y sólo en el juego que el niño o el adulto como individuos son capaces de ser creativos y de usar el total de su personalidad, y sólo al ser creativo el individuo se descubre a sí mismo"
D. Winnicott

jueves, 20 de agosto de 2009

La Sexualidad en la Infancia

El tema de la sexualidad infantil es un tema polémico, puesto que muchos padres se niegan a pensar y a aceptar que sus hijos poseen sexualidad desde el momento en que nacen.
En efecto, la educación sexual es un proceso que se inicio desde el momento que nace un niño y dura toda una vida, sin embargo a veces no es una tarea fácil para los padres por que se mezclan, nuestras ideas, temores, prejuicios y conceptos en torno a este tema que no lo tenemos tan claro. En lo cotidiano estamos alertas del desarrollo de nuestro hijo, lo estimulamos y estamos muy pendientes de su evolución cuanto al comer solos, a caminar, a que tengan buenos hábitos, etc., pero nos olvidamos de la sexualidad. Existe todavía demasiado tabúes para hablar del tema. Los padres están siempre lanzando elogios al pelo, a los ojitos, a los cachetes del niño, pero no hablan de sus órganos sexuales. Pero debemos tener en cuenta que así hablemos o no del tema, estaremos ya transmitiendo educación sexual a nuestros hijos.
El desarrollo de la sexualidad humana empieza con el contacto físico, cuando los bebés son sujetos y acariciados. Eso es necesario y natural que ocurra. No se debe privar al bebé de contactos corporales. Es necesario reconocer al niño como ser sexuado, en relación consigo mismo y con otros, para que se construya una identidad sexual propia. La sexualidad infantil es una de las puertas por la cual el niño desarrolla su personalidad y sus relaciones con la afectividad.
La sexualidad es una cosa natural en los seres humanos, una función como tantas otras, como comer, caminar, leer, estudiar, etc. Y como tal, debe ser un tema tratado con naturalidad, honestidad, cariño, y teniendo su propio espacio dentro del proceso educacional del niño.
A diferencia de los adultos, el niño que es un ser inocente y no está influencia por su cultura y la conducta de lo que es bueno o malo en cuanto a la sexualidad, no asume sus conductas sexuales como algo malo ni tampoco las experimenta con culpa, es decir, no conoce el tabú. En este sentido, el niño, utiliza su sexualidad, no sólo como fuente de placer, sino que también como fuente de conocimiento. Es un medio para comprender el mundo, para divertirse, para relacionarse, para conocerse a sí mismo y conocer a los demás.
El problema por lo general empieza cuando los padres por desinformación, se escandalizan con las actitudes que evidencian alguna presencia de sexualidad en su hijo y lo reprimen violentamente, lo que muchas veces puede producir verdaderos traumas y cuando el niño es adulto puede generar una incapacidad de relacionarse sexualmente y profunda frustración, lo que tendrá como consecuencia trastornos psicológicos.
Por ello es fundamental que los padres conozcan qué comportamiento son normales en los niños y niñas.
Las etapas de desarrollo del niño son muy diversas y complejas, pero se puede decir a grandes rasgos que antes de los cinco años las conductas relacionadas con la sexualidad son el mamar, el chupar, el querer percibir todo con la boca, bailar, abrazarse, tener objetos de textura suave, e inconscientemente manejan cierto placer con la actividad de higiene y limpieza a la que son sometidos comúnmente por la madre.
A partir de los cuatro años, el niño tendrá mayor curiosidad por las zonas genitales y buscará comparase con otros niños e incluso con adultos. Es ahí donde empiezan las preguntas difíciles como ¿por qué yo no tengo lo mismo que papá o mi hermano, o ¿por qué tus pechos son grandes y los de papá no?, por mencionar algunos ejemplos.
Es importante que nosotros como padres, mantengamos la calma frente a estas preguntas y no nos turbemos y respondamos con naturalidad y sobretodo con la verdad. Si desconocemos del tema, entonces nos informaremos por el bien de nuestro hijo, pero jamás le demos una información errónea.
A esta edad el género del niño no está bien definido (pues el género no sólo depende del condicionamiento biológico que indica que se es hombre o mujer), y tal vez veamos que adopten conductas femeninas y masculinas indistintamente. Pero esto no debe ser razón para preocuparse, sino que todos lo vivimos en alguna etapa del desarrollo, y luego es superada.
Dependiendo de la actitud de los padres, los niños aprenden si el sexo es bonito o feo, correcto o incorrecto, un tema de conversación o no. Los padres son un modelo con sus actitudes, hablen o no del tema.
Que nuestro hijo no pregunte no significa que no quiera saber. Puede que simplemente no se anima a preguntar con miedo de la actitud que sus padres tendrán hacia el tema. Es que aún hoy en día, en muchas casas, cuando un niño pregunta algo relacionado a la sexualidad es mal interpretado como "grosero" porque lo preguntó en voz alta, "mal educado" porque lo preguntó a otra persona, "fuera de lugar" porque preguntó en la escuela, o "degenerado" porque se siente demasiado interesado y curioso en el tema.
Los padres deben tener muy claro el tipo de orientación que desean dar a sus hijos. Deben considerar que hoy día los niños están muy expuestos a todo tipo de información sobre el sexo (medios de comunicación, juguetes, programas de televisión, dibujos animados, etc.). Por ello es importante estar alerta, y "vigilar" las actividades de nuestros hijos, y si es el caso, ofrecer nuevas opciones de entretenimiento, buscando programas, comprando discos y ropas que estén de acuerdo con la edad del niño, y así garantizando un mínimo de protección. Es conveniente que los niños no sobrepasen etapas. Que no abandonen los juegos infantiles por imitaciones más adultas y comportamientos similares.
La información adecuada a los hijos les ayudará después a enfrentarse a un posible abuso sexual, a una enfermedad, etc. En resumen, les protegerá.

“La sexualidad puede ser tan casta como
el cielo azul despejado de nubes”
(Krishnamurti)

martes, 11 de agosto de 2009

Factores de riesgo en la adolescencia


El ritmo de vida que llevan las familias hoy en día es tan acelerado que cada vez son menos las oportunidades para hablar con nuestros hijos e hijas, sobre todo en estos tiempos que nos exigen ampliar los canales de comunicación con ellos y ellas para prevenirlos de los riesgos que están expuestos al llegar a la adolescencia, puesto que esta es una población de riesgo debido a los cambios que experimentan en esta etapa tales como el deseo de autonomía y deseo de experimentar cosas nuevas, en este sentido, la familia debe estar alerta a cualquier cambio que observara en sus hijos e hijas y prestarles mayor atención y apoyo.
Uno de los mayores riesgos que enfrentan son las Drogas. A pesar de la información que se imparte en colegios y a través de los medios de comunicación, su consumo sigue en aumento, por lo que se deben reducir los riesgos y aumentar la factores de protección desde y en la familia.
Pero empecemos defindiendo qué son las drogas y cuáles son. Las drogas son sustancias cuyos componentes químicos alteran las funciones normales de los seres humanos. Existen sustancias como el alcohol y la nicotina (tabaco) que se venden de forma legal; otras son consideradas como ilegales, como la marihuana, la cocaína, el éxtasis en otras. Las drogas ingresan al organismo de diferentes maneras: pueden ingerirse como por ejemplo el alcohol y los medicamentos, se fuman como el tabaco y la marihuana, pueden administrarse por la vía endovenosa (inyectada) como la heroína y también pueden ser aspiradas por la nariz como la cocaína o por la boca como el terokal.
Las drogas tiene la cualidad de producir adicción, ya que poseen efectos aparentemente placenteros que suelen llevar a quien las prueban, a buscarlas nuevamente para experimentar dichos efectos, a esto se conoce como tolerancia y está encadenado a otra situación que se conoce como dependencia, la cual puede ser física y psicológica. La primera se presenta cuando los agentes químicos de las sustancias invaden el cuerpo y cerebro. La segunda es el estado emocional de búsqueda vehemente de la sustancia. Es por ambos fenómenos (tolerancia y dependencia) que del uso ocasional de las drogas, puede pasarse al abuso y adicción.
Pero no solamente nos vemos enfrentados al problema de las drogas, hoy tenemos un nuevo flagelo que son los trastornos alimenticios: anorexia y bulimia. Cada vez observamos más adolescentes obsesionados y obsesionadas por el tema del peso o con la idea de tener la “figura perfecta”, realizando dietas desmedidas motivados y motivadas por la insatisfacción que les genera su imagen corporal o por la “moda”.
Un trastorno alimenticio es un problema psicológico que se manifiesta a nivel físico, generado por la insatisfacción corporal que manifiesta la persona, sumado a la influencia y presión social por el excesivo culto al cuerpo. Abarca todos aquellos comportamientos relacionados a la ingestión de alimentos: obesidad, ingesta compulsiva de alimentos o “binge eating”, anorexia nerviosa y bulimia nerviosa.
Los más conocidos y frecuentes son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa. Estos dos trastornos generan insatisfacción y estados emocionales negativos como ansiedad en torno a la comida, el peso y la propia imagen corporal que pueden desencadenar serios problemas físicos y psicológicos para la vida de la persona.


¿Cómo proteger a nuestros hijos e hijas de estos riesgos?
Debemos tener en cuenta que, en nuestras manos está la posibilidad de reducir los riesgos y brindar protección a nuestros hijos e hijas. Para ello, lo primer que tenemos que hacer es asumir la responsabilidad que tenemos como padres y madres y tomar acciones concretas en la crianza de nuestros hijos e hijas, puesto que es en la familia donde aprenderán todo lo necesario para tener una adecuada calidad de vida.

Para lograrlo les recomiendo lo siguiente:

  • Tenga reuniones regulares con sus hijos e hijas y trate de programar citas con ellos/llas así como reuniones familiares. Estas citas van desde ir a comer juntos y jugar algún juego de mesa una vez por semana. Esto incrementará la comunicación con ellos y que ésta sea más abierta y cordial.
  • Si usted y su hijo(a) están caminando por la calle y ven a un grupo de adolescentes bebiendo alcohol, aproveche para hablarle sobre los efectos negativos del consumo del alcohol.
  • Vea la televisión con sus hijos y pregúnteles su opinión.
  • Cuando vea un comercial de antidrogas en la televisión, aproveche el momento para hablar sobre el tema de las drogas. Pregúnteles qué opinan sobre el comercial.
  • Enséñeles a llevar una vida saludable inculcándoles hábitos de alimentación sana y de actividad física adecuadas a sus facultades.
  • Ayúdelos a reconocer sus capacidades y limitaciones infundiéndoles seguridad en sus propios valores y se acepten como realmente son.
  • Fomente la autonomía para que sean capaces de evitar que los excesivos mensajes de los medios de comunicación sobre una imagen corporal falsamente perfecta olvidándose de los valores integrales de la persona.
  • Escúchelos cuando les hablen y mírelos cuando lo hagan.
    Pregúnteles cómo le fue en su día, qué hicieron en el colegio y sobre la relación con sus amigos.
  • Involúcrese de manera activa en su vida. Vaya a sus eventos, por ejemplo, a los deportes, partidos, obras, programas, etc.
  • Juegue juegos con ellos.
  • Conozca a sus amigos y entérese dónde están.
  • Ponga expectativas claras acerca de los espera de ellos y de comportamiento.
  • Sea consistente en su instrucción y disciplina.
  • Pídales su opinión y hágales saber que importante es para usted.

"Tus brazos siempre se abren cuando necesito un abrazo. Tu corazón sabe comprender cuándo necesito un/a amigo/a. Tus ojos sensibles se endurecen cuando necesito una lección. Tu fuerza y tu amor me han dirigido por la vida y me han dado las alas que necesitaba para volar”

lunes, 3 de agosto de 2009

La Puesta de Límites con Amor y Respeto

En la vida de cada persona, es de suma importancia saber poner limites, primero a uno mismo y luego a los demás. Las personas que saben hacerlo serán más equilibradas psicológicamente, tendrán una vida más ordenada y tranquila y una mejor relación con los otros.

Muchos padres y madres piensan que poner límites significa demostrar rigor o falta de cariño. Por el contrario, poner límites es una demostración de cariño hacia los hijos, ya que estamos proyectándonos hacia el futuro para que sean unas mejores personas, autónomas y respetadas.

La puesta de límites se debe hacer desde que nuestros hijos e hijas son muy pequeños porque si no, se corre el riesgo de que cuando sean mayores no tengan incorporado el concepto de autocontrol ni el de saber poner límites a los demás. Al no tener autocontrol, cuando sean adultos se pueden perjudicar a sí mismos a través de diversas conductas que pueden dañar su salud (comer exageradamente alimentos, consumir sustancias dañinas como las drogas o alcohol, etc.)

Es posible que al principio sea dificil, puesto que los niños y niñas manejan mal las frustraciones, quieren ser siempre los ganadores y ganadoras y tener la razón. Hay niños/ñas que tienen más dificultades que otros para elaborar sus frustraciones. Son los padres y madres lo que deben enseñar a sus hijos/as que en la vida siempre van a tener que enfrentarse a frustraciones y que no siempre se gana. Pero sobre todo, deben aprender que en la familia existe el principio de autoridad que radica en papá y mamá como unidad.

Para impartir límites, es de gran importancia el tono de voz, esta debe dar la sensación de autoridad, pero también de amor y consideración por el niño o niña, puesto que la idea no es dar miedo ni asustar al niño o niña para que obedezca, ellos deben obedecer por el respeto que tienen a sus padres. Cuando se pone límites a los niños, hay que hacerlo en forma decidida y no cambiar a cada instante las órdenes pues hace disminuir la credibilidad de los padres frente a los hijos/as, (esto se llama consistencia).

Asi como el tono de voz, también es sumamente importante que ambos padres se apoyen mutuamente en la decisión tomada y que el niño no encuentre mensajes contradictorios. Si uno pone límites y el otro es permisivo no será posible la puesta de límites, porque el niño recurrirá siempre a su progenitor más permisivo para hacer lo que quiera. Aunque los padres no estén de acuerdo entre sí, deberán mostrar acuerdo frente al niño. Después a solas podrán resolver sus desacuerdos.

La disciplina es necesaria para el desarrollo de un carácter firme y socialmente adaptado; pero una buena disciplina no es sinónimos de gritos, castigos o golpes; éstos sólo producen dos tipos de resultados: o un niño rebelde, agresivo e irrespetuoso de las normas de la sociedad, o un niño/ña atemorizado, tímido, socialmente incompetente, carente de iniciativa, fácilmente manipulable e incapaz de hacer respetar su propia individualidad.

Una buena disciplina requiere de aceptación del niño/niña, paciencia dedicación, atención, consistencia, firmeza y flexibilidad de parte de los padres. Ellos deben ponerse de acuerdo respecto a las expectativas, límites y derechos del menor, y hacer que éstos sean expresados en términos precisos o adecuados a su capacidad de comprensión. El reconocimiento atento de sus buenas cualidades y las conductas aceptables, producen un mejor efecto que la crítica o el castigo ante las conductas inaceptables.
Eduquemos con amor y respeto!!