martes, 26 de octubre de 2010

EL ABC DE LAS EMOCIONES

Pensemos por un momento la importancia que las emociones tienen en nuestra vida cotidiana y nos daremos cuenta que muchas veces marcan todas nuestras decisiones casi sin percatarnos. Estas emociones se generan a partir de PENSAMIENTOS, los cuales se dan de manera automática como si fueran un “rayo”, sin que seamos lo suficientemente conscientes de ello, algunos de estos pensamientos pueden ser racionales y nos ayudan a sentirnos bien, y otros pueden ser irracionales, poco lógicos, de tendencia extremista, exagerados o excesivamente exigentes para con nosotros mismos y los demás, lo que nos provoca una serie de sentimientos poco saludables tales como ansiedad, culpa, tristeza, ira etc.
Pero qué pasa, normalmente creemos que son las situaciones las que nos provocan las emociones y nos llevan a actuar de determinada manera, entonces decimos “tú has hecho que me enoje”, ”pero cómo quieres que reacciones después de lo que me hizo, “si te portaras bien yo no me molestaría” etc., es decir, atribuimos la responsabilidad de nuestras acciones a los demás en vez de asumirlas de manera responsable.

Entonces, aprendamos a SENTIR de manera más equilibrada, PENSANDO antes de actuar.
Porque la manera como YO PIENSE, será la manera como YO SIENTA; y como yo me sienta será como YO ACTÚE.

El pensamiento es determinante en la emoción humana, y está interrelacionado con nuestros sentimientos y conductas, de modo que los cambios en una de esas áreas, producirán cambios en las demás. Si las personas cambian el modo en que piensan acerca de las cosas, el mundo o en sí mismos, sentirán de modo diferente por lo tanto se comportarán de diferente manera.

Para ello, el primer paso es dejar de atribuir a los acontecimiento externos la responsabilidad de lo que ocurre dentro nuestro. Los eventos influyen, es cierto, pero no en su totalidad, la diferencia está en COMO AFRONTEMOS las situación.
El desarrollo de habilidades emocionales nos permitirá pensar de manera más racional, manejar apropiadamente nuestras emociones cuando estemos con nuestro hijos, respetando y comprendiendo sus sentimientos, regulando nuestras emociones a la hora de actuar, teniendo un comportamiento más saludable, funcional y conveniente para el logro de metas, pero sobre todo, nos ayudará a ser un modelo emocional y referente que nuestros hijos necesitan para dirigir su vida de manera constructiva.

Algunos consejos:
  • Recuerda que nuestra condición humana nos hace imperfectos, por lo tanto no podemos aspirar a ser “padres perfectos” sino aceptar nuestras limitaciones y estar disponibles para nuestros hijos, aceptándolos tal como son, aprendiendo a sobrellevar nuestros y sus errores.
  • Y como no hay padres perfectos, tampoco hay hijos perfectos. Es decir, si nuestros hijos no son los mejores alumnos, no son los más educados, no son los mejores bailarines, no son los que destacan más en los deportes, etc., no tenemos porqué sentirnos culpables, ni mucho menos hacer que cumplan con nuestras expectativas para sentirnos felices o realizados como “buenos padres”.
  • Nuestros hijos no vinieron con un manual de instrucciones, por lo tanto, la relación con ellos la vamos a ir construyendo en el día a día, a través del error y los aciertos y poco a poco cada padre o madre irán elaborando sus propias estrategias desde sus propias posibilidades.
  • Ten presente que a pesar que en algunas circunstancias puedes tener algunas emociones desagradables, trata de que estas sean esperables, lógicas y proporcionales a la situación.
  • Como padres, aprendamos a comprender las necesidades de nuestros hijos, aunque no podamos satisfacerlos en todo, esto implica que en lo posible, tratemos de saber equilibrar, firmeza, ternura, afecto y razón, para que nuestros hijos crezcan con responsabilidad y seguros de sí mismos.
  • Recuerda que somos dueños de nuestras emociones, por lo tanto estamos en la libertad de tomar los acontecimientos de la vida a la ligera, con moderación o bien de manera catastrófica, de cualquier modo nosotros elegimos.

“Nadie es libre sino tiene el dominio de sí mismo”

lunes, 11 de octubre de 2010

Desarrollo de la atención en los Niños

Aprender es aquel proceso mediante el cual adquirimos determinada información y luego la utilizamos cuado la necesitamos. Este aprendizaje puede ir desde un concepto hasta la utilización de un instrumento. Sin embargo, para poder adquirir dicha información, necesitamos prestar ATENCION a través de nuestros sentidos para poder luego procesarla y almacenarla en nuestra memoria.

¿Cuándo un niño empieza a prestar atención?
Desde los primeros momentos de vida, un niño debe empezar a prestar atención a todo lo que le rodea: oyendo, viendo, tocando y sin distraerse. Es decir, su vida será un constante ejercicio de atención que deberá ser mediada por los adultos que lo rodean para que esta capacidad se potencie con la práctica.

Pero pasa que a veces, nosotros con el afán de querer “estimular” a nuestros hijos en esta tarea lo llenamos de estímulos que, lejos de estimularlo lo que generamos es distracción, aburrimiento y rechazo por parte de ellos y enojo y frustración por parte de nosotros “porque él no quiere prestar nuestras indicaciones”, entonces perdemos la paciencia y terminamos gritándole, poniendo mala cara y haciendo de ese momento algo desagradable para ambos.
Para ayudar a un niño en sus tareas o para aprender cierta destreza, hay que tener PACIENCIA, es decir no sentirnos mal cuando no logra las cosas tan rápido como nosotros queremos que lo haga y sobretodo CONOCER su ritmo de aprendizaje, considerando sus edad de desarrollo y características individuales.

Ahora, para hablar de tiempos y en consecuencia de horarios, hábitos y rutinas, tenemos que partir de lo que se considera "tiempo del niño". ¿Qué quiere decir esto? Pues que debemos CONOCER el tiempo que necesita cada niño para su auto-estructuración emocional, cognitiva (aprendizaje-pensamiento) y social para pasar de un aprendizaje a otro nuevo. El respeto a ese ritmo, es la premisa fundamental para iniciar cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje.

Tiempo de atención promedio de los niños según la edad:
0 a 1 año 2 a 3 minutos
1 a 2 años 7 a 8 minutos
2 a 3 años Hasta 10 minutos
3 a 4 años Hasta 15 minutos
4 a 5 años Hasta 20 minutos
5 a 6 años Hasta 25 minutos

Las necesidades biológicas del niño son las que marcaran en un principio, los ritmos y frecuencias necesarios para su orientación en el tiempo: el alimento, los cambios, los sueños, son las primeras pautas y las primeras referencias en el niño. De estas primeras pautas de tipo orgánico, se irá pasando progresivamente a otras de tipo social, (marcadas por nosotros), que tendrán que tener un ritmo estable, para que a partir de esta estabilidad empiece a diferenciar los distintos momentos del día, lo que le permitirá recordar, prever y anticipar los que vendrá después, así poco a poco irá interiorizando una “rutina” que le formará el hábito.

No nos esforcemos por sobre estimularlos, pues cualquier exceso por encima de lo permitido, no nos dará resultados positivos, al contrario, podría causar un efecto nocivo y perjudicial en el niño, por sobrecarga de excitación que excede la capacidad funcional de sus neuronas. Esto no quiere decir que a un niño entre 3 y 4 años solo se le puede estimular 15 minutos al día, quiere decir que por cada actividad de estimulación puede durar máximo este tiempo, dando un tiempo para el relax entre una y otra.

Por otro lado, también debemos tener en cuenta que esta estabilidad en el ritmo, no debe confundirse con rigidez, es decir, con una excesiva división del tiempo como si nuestros hijos fueran unos robots, ni tampoco crearles una extensa rutina durante todo el día para la estimulación, también hay que darles tiempo y espacio para el descubrimiento y exploración natural.

Aquí lo importante es la calidad, no la cantidad de estimulación, es decir no debemos olvidarnos de prestar atención a lo afectivo, a lo motor, la formación de hábitos, la motivación y organización de conducta, etc. Es en las rutinas donde también estamos enseñándole límites y autocontrol.

ALGUNOS CONSEJOS PARA MEJORAR LA ATENCIÓN EN LOS NIÑOS

Si nota que su hijo tiene alguna dificultad, o así se lo dijeron en el nido o colegio, es importante que acuda a un especialista para descartar cualquier problema o deficiencia visual o auditiva o de otro tipo que puede estar influenciando en su atención. También determinará si su presta mayor atención al estimulo visual, auditivo o táctil y explote esta potencialidad.

Estimúlelo a terminar lo que ha comenzado, inclusive pueden premiar las conductas en las que demuestre constancia y concentración. No se recomienda castigar al niño ni retarlo por distraerse.

  • Como ya saben, es importante darle al niño un ambiente de cariño y estabilidad, por lo cual deben tener horarios y cierta regularidad en las actividades como comer, dormir, ver televisión, realizar tareas, etc.
  • Adapte la exigencia de la tarea a su capacidad de atención y control, estructurando la tarea en tiempos cortos (tampoco podemos dejarles todo el día para que realicen una actividad sencilla).
  • Refuércelo cuando está trabajando, pero el esfuerzo más que el logro. Los niños con una atención dispersa necesitan ser reforzados con mayor frecuencia y en la situaciones que prestan atención, para ir consiguiendo que estos pequeños tiempos vayan aumentando.
  • Comparta la lectura. Llévelo a las bibliotecas y librerías para inculcarle el amor por los libros.
  • Permítale que ayude con tareas sencillas.
  • Sea claro y consecuente a la hora de disciplinarlo. Sea modelo de la conducta que espera de él y recuerde que disciplina no es castigo es enseñarle a tener cuidado, respeto y responsabilidad.

Hay tantas cosas que podemos hacer con nuestros hijos. Nosotros como padres estamos en el mejor lugar para ayudarlos a adquirir conocimientos sin dejar de lado su mundo emocional para que puedan enfrentarse a la vida con éxito.